Herramienta del Capitalismo


Herramienta del Capitalismo.[1]

El Hip Hop no es un movimiento político en el sentido usual, sus adherentes no eligen representantes públicos. No presenta una crítica sistemática (o siquiera original) a la supremacía del mundo blanco. Tampoco ha producido ningún manifiesto de agitación política colectiva. No ha generado ningún Malcom X o Dr. King. No ha engendrado ningún tipo de organización de base activista como la Southern Christian Leadership Conference, The Black Panther Party, NAACP, o incluso la Country Music Association.
Realmente el Hip hop ha tenido un muy pequeño impacto en las políticas afro-americanas de largo plazo. Este ha dejado sus secuelas al orientar a sus auditores hacia verdaderos iconos políticos (Malcom X), organizaciones radicales del pasado (The Black Panthers), y movimientos autónomos del presente (The Nation of Islam). Ha mostrado al mundo lo funesto de la segregación. Articuló y predijo la explosión de ira que sacudió Los Ángeles en 1992. Le ha dado a dos generaciones de jóvenes una vía para entrar al negocio del entretenimiento y un vehículo de expresión sin censura. Chuck D[2] dijo una vez que esperaba que Public Enemy generara miles de líderes negros. Al grado de que su banda abrió los ojos de sus seguidores hacia el pensamiento político, Chuck D y su grupo han afectado probablemente más jóvenes de lo que esperaban.
El mayor problema del Hip hop como movimiento político es que los MCs no son activistas sociales ni por experiencia ni por inclinación. Son “artistas” (entertainers) cuya visibilidad y efectividad como mensajeros están sujetas a los caprichos del mercado. A pesar de todo el impacto de Public Enemy—hubo a lo menos cuatro años donde la banda simbolizó lo mejor de esta cultura—su fortaleza fundamentalmente residía en hacer y vender discos. Pero eso tampoco significa que no haya habido un impacto político desde el Hip hop—lejos de eso. Desde el logo b-boy de la mira de un arma diseñado por Chuck D, hasta la recreación de Chuck D y Flava Flav de Muhammad Ali y Drew “Bundini” Brown, desde la puesta en escena de la Seguridad del Primer Mundo esgrimiendo Uzis de juguete y vestimenta militar, hasta el bombástico ataque aural del Bomb Squad, Public Enemy hacia que la política tuviese onda. En el proceso también le dieron a la política una mercancía. Para ser exacto, esta era una herramienta de marketing con un propósito global el que, en efecto, no era diferente al de LL.Cool J con sus canciones románticas o N.W.A. con su gangsterismo. En la gran cultura pop las olas constantemente rompen sobre nuestras playas, el rap nacionalista negro en la cresta, por ahora, retrocede junto con la carrera de Public Enemy y su séquito: Paris, The X Clan y otros.
Aunque los valores del hip hop son en general fijos—su espíritu de rebelión, su identificación con la cultura callejera, materialismo y agresividad—este es además una herramienta de comunicación increíblemente flexible, completamente adaptable a cualquier tipo de mensaje. Esta es una de las razones por la que ha durado. Por eso ningún estilo le ha sido esencial por más de 3 o 4 años hasta hoy. Por eso ha sido tan fácil transformar cada elemento de la cultura asociada al hip hop en un producto, sea Tommy Hilfiger vendiendo ropa, académicos escribiendo tesis, cereales para el desayuno, o candidatos presidenciales buscando algún beneficio.
El hip hop no se convirtió en mercancía de manera sencilla como se unen puntos con una línea, sino que mutó, como un alien en una película de ciencia-ficción, para servir a sus diferentes señores. Aun así, y a diferencia de otras expresiones culturales del underground, el hip hop se las ha arreglado para mantenerse vital, abrasivo y afilado por más de dos décadas. La conexión de la cultura con las clases baja y trabajadora afro-americana, gente que usualmente no tiene voz, le permite comunicar sueños y emociones que hacen sentir a los extraños incómodos. Incluso cuando la Play Station de Sony incluye un amable rapero con cara de niño, eso no subvalora ni mitiga la fuerza de MCs duros como los de Mobb Deep o Wu-Tang.
De alguna manera el hip hop sobrevive incluso al más burdo comercialismo, o por lo menos lo ha hecho hasta ahora.
Hay montones de historias que ilustran la mutabilidad esencial del hip hop. Literarias, de cine, de moda y políticas de un modo que no tienen nada que ver con el nacionalismo negro, ya que el hip hop es lo última en herramienta del capitalismo.
_



[1] George, Nelson. (1998). Hip hop America. Penguin Books. New York. Chapter 12: Capitalist Tool. Traducción por Denegro
[2] Chuck D, voz principal del grupo Public Enemy.

Seguidores

Colaboradores